Un niño

"Dejame creerlo, dejame ser niño una vez más"

Así dice y lo repito a gritos, pero sin poder oírlo, porque hay algo que me está tapando los ojos con la humedad más langa que un otoño mocho es capaz de regalar, vender o simplemente prestar.

Pero... ¿qué soy si te digo que no me creo? ¿Un mentiroso? ¿Un desconfiado? Yo te puedo afirmar -sin la rigidez intrigante que suele revolear una luz sobre la ventana pálida- que soy yo, que no pretendo nada y que ya no quiero escribirme así... así como si fuera la misma gota que ayer reventó contra la mejilla dorada; así como si tuviera el derecho de torcerme cada vez que quiero ver la luz inquieta que tararea canciones de cuna sobre la frente de aquella noche de otoño tacaño, mocho, que sólo es capaz de regalarme, a secas, una sequía perversa, que no hace más que esconderse detrás de los dientes amarillentos de mi vil y sucio destino.

¿Y vos?

¿Qué me podés afirmar de vos?

Si no sos más que un niño

un torpe niño

que sonríe con sólo ver la luz de una paleta roja

que se alegra al oler las sonrisas que regala el viento

y que revolea litros de envidia

sobre mi rostro avejentado.

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Fotografía: Pao Gomez