25/7/16

Inmóvil


No dejo de mirarte
inmóvil
en tu resplandor

No dejo de esperar
no dejo de pensar
no dejo de dejar
no puedo
no
no puedo

No puedo y no quiero
no
no quiero y quiero
quiero y no quiero
quiero y quiero
te quiero y me pierdo
me pierdo y no
no quiero
no puedo
te quiero
me pierdo
me quedo


Te pierdo




24/7/16

Todo






Todo se puede ir a la mierda en un instante, un insípido instante en el que el tiempo ya no es tiempo y las sombras son sólo un adorno barato al que nunca le quitas el polvillo de cientos y cientos de días.

Todo se puede. 
Todo es posible. Nada es en vano. 
Respirá. Pensá en vos. 
Todo va a estar bien.

Y me pierdo en el cliché de los consejos que día a día me van ayudando a estar un poquitito mejor. Me bancan, lo sé. Me bancan a muerte. ¿Los banco? Quizás. Sé que daría la vida por todos y cada uno de ellos sin importar qué, cuánto ni cómo. ¿Será suficiente? Quizás.

Pero todo se puede ir a la mierda en un instante. El dolor en el pecho, en el núcleo del gran aura que rodea mis latidos. La cabeza que gira y gira y gira. Todo es posible, lo sé. Todo es extraño cuando lo mirás con los ojos lavados que todavía no quisiste secar. Todo es nada cuando respiras despacio para no hacer ruido a llanto afligido. Todo es silencio, y sólo estás vos y tus lágrimas. Respirá, pensás vos. Pensá en vos, suspirás. Y al cabo de unos segundos, parece ser suficiente. Y me vuelvo a perder en el cliché del día a día, en la rutina infinita de buscar cada mañana un motivo para levantarme. Me pierdo. Me levanto sin pensar, despacio para no marearme. Me tapo media cara con la barba recién peinada. Me tapo los ojos con los vidrios torcidos. Todo va a estar bien, me dice el frío cuando abro el portón. Todo va a estar bien.

Pero todo se puede ir a la mierda en un instante.

.

18/7/16

Mucho Extraño Te


Y no sé qué hacer.



10/7/16

Dormir y Morir: mucho más que una tonta rima


Dormir es la posibilidad de morir
sin perder la oportunidad
de volver a hacerlo
cada noche.

El café
no es más
que un instinto de supervivencia;
es eso que me mantiene despierto,
que me mantiene vivo
y que pospone
la inevitable
muerte.


Cada noche intento soportar este dolor de cabeza tan intenso, tan normal. Cada noche, me deposito en mi cama, y suelo quedarme boca arriba, estático, casi lúcido pero inmóvil, con la mente no en blanco, sino de mil colores. Quizás ni siquiera son mil, porque sería muy tedioso contar hasta mil, mil colores (sin entrar tanto en el detalle de que, llegado un punto, terminaría inventando absurdos nombres de colores para llegar hasta los codiciosos "mil colores"). Entonces, en mi cama, boca arriba, quieto, todavía casi tan frío como un cadáver; y no hablo de un frío que podría medirse -incorrectamente- con grados celcius, fahrenheit o kelvin; no hablo de temperatura; hablo limitándome únicamente al hecho de sentir, sentir el frío, y no sólo en el cuerpo: sentirlo en ese espacio infinito entre el cuerpo y el alma. Hablo. Hablo por demás. Hablo por los demás hablando solo. Hablo y hablo y pierdo el hilo de lo que estoy hablando. Hablo por demás. Hablo mentalmente hasta que me duermo, ahí, en mi cama, boca arriba, quieto, hecho pedazos. Hablo mentalmente hasta que muero. Muero y descanso cada noche. Me entrego a la muerte, al sueño nunca infinito. Me entrego, me dejo llevar. Me dejo llevar y me encanta. Me dejo llevar, me encanta, me muero, me duermo y sueño. Sueño, sueño y sueño. Sueño cosas lindas, cosas feas, cosas que nadie entendería jamás. Soy libre, sí. Soy libre porque elijo dormir, elijo morir. Y entonces, si puedo presumir que puedo elegir dormir, ¿estaré hablando de suicidio? ¿Estaré afirmando, inconscientemente (aunque ahora ya no tanto), que cada noche tengo el placer de suicidarme?

Si es así, qué suerte la mía.



Volví a escribir. ¿Qué tan bajo caí?
10/07/2016